jueves, 24 de mayo de 2012

Tutulo III. Lo que hay que oir.

La profesora echó un vistazo por el
ventanuco desde el que se divisaba
una esquina de La Caleta de Cádiz.
Daba clase en un colegio de la provincia,
y, aunque era sevillana cerrada,
los gaditanos le encantaban. Encima
de la mesa de su estudio, unos
cien exámenes para corregir.~No se
dejó invadir por la pereza, se sirvió
un té frío y se' sentó a la tarea. Antes,
una última ojeada a la luz inmensa
sobre el mar.
Los/ejercicios, 4.° de la ESO, trataban
sobre las lenguas peninsulares y
alguna cuestión de cultura general
que había conseguido ir metiendo con
calzador a los chavales: un poco de
- arte, unas pinceladas de historia...
Leyó el primero: «Los versos utilizados
en España antes del Renacimiento
eran, mayormente, el dodecaedro y
el octoedro». ¡Virgen Santa del
Rocío! Tachó la respuesta, pero
incorporó un «Jajá» con el totulador
rojo en el margen. No se desmorono.
En el tercero de los folios, se afirmaba
literalmente: «El euskera es una
lengua bilingüe». Se quitó las gafas,
se masajeó las sienes: no podía ser
cierto. Pero lo era, porque, según otro
alumno: «El euskera se cree que llegó
del Cáucaso [sic] con una familia de
inmigrantes». Y todo ello, claro,
escrito en lo que quería ser un andaluz
fonético. Por ejemplo: «El gallego
es de origen griego derivado del
latín», que  aparecía como «er' gayego'
e  dorihen griego deribao der latín»...
De pronto, una respuesta le hizo
fijar su atención de modo especial:
«Tutulo III». Allí estaba, como con
testación a la pregunta número 12.
Tululo IIII

Tutulo lII». ¿Tutulo Tercero?, se
preguntó, ¿pero cuando hablé yo de
Tutulo Tercero? ¿Qué habría
entendido aquella alma cándida?
Preocupada, repasó la lista de reyes,
de papas... ¿Tutulo Tercero? ¿Acaso
había querido decir Tutulo Tres? Es
posible... pero ¿quén es Tutulo Tres,
en toda caso? Ya está, ,pensó, este
elemento metió aquí a algún cantante
de moda o algún persanaje de
«Gran hermano», a algún Camila
Sesto moderno, armándose ún taco.
Se preparó otro té, más frío aún. Sonrió
recordando aquel gazapo de un
periódico que puso como pie de foto
«Inocencio Díez» bajo una reproducción
del retrato velazqueño del Papa
Inocencio X.
Ahí fue cuando se le encendió la
bombilla. Recordaba, en efecto,
haber explicado algo de pintores
famosos en una de las clases. Recordó
enseguida que le había insistido
mucho en que le prestaran atención,
que aquello iba a ser asimismo materia
de examen, que guardaran silencio.
Sí, incluso había llevado diapositivas
al aula... La intuición le fue
creciendo dentro comoa un irresistible
golpe de mar. Algo tenía que ver el
«Tutulo lII» de los demonios con
aquella jornada. Algo, pero qué. Agitada,
fue en busca de la cartera donde
guardaba las preguntas del examen
que había puesto. Encontró la de
marras y aún quedó más perpleja. La
había formulado así: «Escribe el
nombre de algún pintor francés
famoso». Y Ttulo III ¿qué tenía que
ver con eso? Ella misma fue repasando
en su memoria los artistas franceses:
Monet, Manet, Pissarro... Sisley,
Morisot.. Delacroix, Renoir...Cezánne,
Cuando cayó en la cuenta, hubo
de sentarse de golpe en el sofá.
Aquella clase se le vino al punto,
imagen tras imagen, palabra tras
palabra: «A ver, niños, hoy vamos a
estudiar a un pintor muy bohemio y
muy bueno que se llama Toulouse
Lautrec». Y, claro, ¿cómo pronuncia
esa frase una sevillana adoptada por
Cádiz? Muy sencillo: «Vamo a estudiá
a un pintó mu bohemio y mu
güeno que ze yama Tultulotré» Y el
niño, sabedor de Felipes IlI, de Carlos
IlI, de Abderramanes IlI, de tanta
gente que ha sido III en la historia,
no tuvo duda al copiar en su cuaderno
el nombre del artista: «Tutulo
III».¡Ole y ole, chaval!