JORGITO es síndrome de Down porque tiene un cromosoma más, que marca la diferencia y lo hace diferente. ¿Diferente de quién? Diferente de todos porque Jorgito es único, como única es su sonrisa, su mirada y su gracejo vital. Los que ignoran la inconmensurable felicidad que los síndrome de Down aportan a este mundo, suelen creer que es por un tropezón genético, que una anomalía en el recuento de los cromosomas es causa de una deficiencia que los hace 'padecer' un síndrome alienante. ¿Qué confundidos están! La existencia de los síndrome de Down es un regalo de la naturaleza, un aldabonazo en nuestra miseria de cada día y un ejemplo de que la felicidad está en una mirada cálida y alegre antes que en la innecesaria dependencia de ambiciones superfluas, que nos embrutecen el alma. Gracias a Jorgito, a todos los jorgitos del mundo, el mundo es mejor y más limpio. Y más acogedor y más bueno. Y más alegre y luminoso. Viéndolo, observándolo, siento que algo muy fuerte me invade desde dentro, me revitaliza y me purifica, porque sé con absoluta certeza que estoy ante la presencia de un ángel que está ahí para mi bien y para bien de todos los que tenemos la suerte de conocerlo y quererlo. Si Jorgito no tuviera síndrome de Down no sería Jorgito, pero nosotros tampoco seríamos nosotros, porque ignoraríamos la inmensa felicidad que reporta. Jorgito acaricia con la mirada y en sus ojos, profundos y alegres, está el cielo en toda sus extensión, con todos los colores y sabores. Y si se muestra triste no hay tristeza más grande que la tristeza de Jorgito, porque en él todo es puro en esencia, sin contaminaciones de histrionismos emocionales. Jorgito ríe de verdad, llora de verdad y ama de verdad, porque en él todo es verdad. Jorgito es la verdad universal y en cada uno de sus mohines veo la existencia de un Dios que nos guía y nos protege.Pero antes de proseguir con la descripción de Jorgito, el paisaje más puro, luminoso y transparente que habita este mundo, quiero gritar el desgarro que me produce la evidencia de que Jorgito, los jorgitos todos, parecen estar sentenciados por la descomunal soberbia de un 'progreso' inhumano y materialista, dispuesto a aniquilar todo lo diferente. Los síndrome de Down, si no se remedia, serán los sentenciados de Down en unos años y con ellos la humanidad perderá el último asidero de pureza que le queda. Los síndrome de Down están en peligro de extinción porque un mal concepto de prospecciones científicas los sentencia a muerte. El 85 por ciento de las amniocentesis que detectan alteraciones cromo somáticas en el feto, concluyen en abortos y hay hospitales que ya presumen de llegar al 100%... ¿Qué deriva maligna está tomando nuestra sociedad? ¿Qué malditos derroteros de ignominia y muerte se están justificando al socaire de unos supuestos avances que son puro retroceso?Hace unos meses conocimos el caso de 'las gemelas de Milán', que es un anticipo sobrecogedor de lo que se avecina. Andrea y Paula fueron las gemelas que nunca vieron la luz y sus vidas no superaron la frontera del claustro materno, porque una amniocentesis, practicada a la madre en el Hospital 'San Paolo', de Milán, descubrió que Andrea era síndrome de Down. Para aniquilarla, decidieron un aborto selectivo, inyectándole una solución mortal, pero los fetos se habían movido y mataron a Paula Lo llamaron «un fatídico accidente, de naturaleza fortuita». Cuando la madre supo que la que había quedado viva en su interior era la niña 'enferma', volvió a pasar por el quirófano para que acabaran con ella.Esa pobre madre no sabrá nunca lo que se ha perdido y, en su ignorancia, no podrá calibrar la felicidad que le hubiera deparado lo que mató en su seno. Creo que fue Pearl S. Buck la que dijo que «muchas personas se pierden las pequeñas alegrías, mientras aguardan la gran felicidad». Nosotros hemos tenido la suerte de conocer a Jorgito y sus padres podrían ilustrar al mundo de la dicha que les llegó con él. Se me encoge el alma al pesar en la posibilidad de que alguien lo hubiera impedido.
RAFAEL ANGULO (12/12/2007)