No es ningún secreto. Encontrar trabajo resulta especialmente difícil en estos momentos y si se padece alguna discapacidad, todavía más. Hay poca gente como Eva Gómez Tomé, cacereña de 28 años, que durante años haya tenido la suerte de ser beneficiaria de los convenios que 'Síndrome de Down Extremadura' ha firmado con la Administración, para favorecer la inserción laboral de sus asociados.
Es uno de los objetivos de quienes trabajan con un colectivo que si nunca lo ha tenido fácil, menos todavía en medio de una crisis que pone incluso en riesgo los Centros Especiales de Empleo que las propias asociaciones y en ocasiones la empresa privada han sacado adelante como fórmula laboral. «Estábamos creando cultura laboral para las personas con discapacidad, pero con esta crisis nos ha faltado tiempo para desarrollarla», dice Francisco Valverde, presidente de la Asociación Pro Discapacitados Intelectuales 'Placeat', cuya experiencia en este mundo se refuerza con su papel al frente de la Federación de Asociaciónes Pro Disminuidos Psíquicos de Extremadura.
Las plazas laborales que se reservan en ayuntamientos, diputaciones y gobierno autonómico suponen también un ligero empujón, mientras que la empresa privada sigue siendo una asignatura pendiente.
Los últimos datos del Sexpe revelan que en la comunidad autónoma hay más de 2.000 demandantes de empleo con discapacidad (2.371 exactamente, hasta septiembre), de los que la mayoría son hombres que señalan el sector Servicios como el idóneo para desarrollar sus habilidades. Les siguen los que prefieren la Construcción; quienes no se enmarcan en una actividad específica alguna; los que se decantan por la Agricultura y, en último lugar, los asignados a la Industria.
El hecho de que el tejido empresarial extremeño esté formado por empresas pequeñas y medianas, de carácter familiar, no favorece la contratación de discapacitados. No es habitual que superen los 50 trabajadores, de manera que no están obligados a contratar al dos por ciento de gente con discapacidad que marca la ley.
Las ventajas para el empresariado son importantes, desde el punto de vista fiscal. «Subvenciones más cuantiosas, seguros sociales subvencionados en prácticamente la totalidad de los importes, bonificaciones vitalicias durante la duración del contrato y menores criterios de exigencia de cumplimiento en cuanto a la obligación de mantenimiento de plantilla», se indica desde el Servicio Extremeño de Empleo.
Aumentar la formación
El porqué de esta ausencia de reacción se encuentra en la desinformación generalizada que se detecta respecto a las posibilidades de un discapacitado, según señalan los expertos en atención a la diversidad. Eso y la tan reiterada necesidad de abrir mentalidades que no acaba de producirse. «Un discapacitado puede hacer algunos trabajos tan bien como alguien que no sufre discapacidad. Algunos, los que son de tipo rutinario o seriados, incluso puede que hasta mejor. Bastaría con asumirlo y con tener un poco de paciencia», indica Raquel Hernández, técnico de inserción laboral del programa 'Integra' que respalda 'La Caixa'. La Fundación ha repartido a sus agentes por los centros pacenses y cacereños de 'Aprosuba', 'Aspainca', 'Cáritas Diocesana', 'Cocemfe', 'Plataforma sin Barreras' y 'Placeat'. Su cometido es buscar empresas en las que se pueda emplear a los discapacitados a los que, previamente han entrevistado y hecho un seguimiento para determinar en qué puesto encajarían mejor.
Lo que sucede es que «los empresarios ponen muchas pegas», añade Hernández, que apunta también que hay que mejorar la formación del colectivo porque normalmente no pasa del Graduado Escolar o de la realización de algún curso. Otra limitación es la reducción de posibilidades de desplazamiento que supone el que la mayoría no tenga carné de conducir. «Tienen que limitarse a las pocas oportunidades que se le ofrecen en su zona».
En la necesidad de incrementar la formación coincide también Jesús Quijada, de la directiva de 'Síndrome de Down', donde se ha apostado por organizar Centros Ocupacionales en los que se forma a sus asociados. El ubicado en el barrio del Espíritu Santo de Cáceres lo está haciendo en tareas de reprografía, manipulado de papel y servicios auxiliares de oficina.
«El proceso de formación es lento. No estamos llamando a muchas puertas porque nos hemos centrado en este aspecto, con cinco programas de cualificación profesional en marcha en Zafra, Don Benito, Mérida y Badajoz». Destaca, como papel fundamental, el del preparador laboral, una figura de apoyo al discapacitado que evalúa a los candidatos al mercado laboral, busca el puesto de trabajo que más encaja con su pefil y le acompaña en el desarrollo de su labor, dejándole más libertad paulatinamente, en función de los resultados y de la adaptación del trabajador.
El papel del preparador
El mismo paso hacia la normalización lo defiende Francisco Valverde. «La meta es el mundo laboral normal, pero en el camino hay un escalón intermedio, el del trabajo con apoyo que posibilitaría que los discapacitados ocupasen un puesto de trabajo con un tutor que le prepara y le refuerza. Es la opción para llegar al pleno empleo».
Mientras tanto, los Centros Especiales de Empleo, como los que tienen las principales asociaciones, son la alternativa para que este colectivo demuestre cuáles son sus habilidades. No sólo los han creado las asociaciones, sino también empresarios como Marciano García y sus socios, que en mayo de 1995 empezaron a funcionar con 'El Muro', un nombre que en estos momentos da trabajo a 17 discapacitados físicos y psíquicos que comparten tarea con compañeros sin minusvalía. Su trabajo se desarrolla entre un catering que prepara comidas para colegios y eventos y un restaurante buffet. García apunta también la necesidad de aumentar la formación del colectivo, especialmente en el caso de las generaciones más antiguas, para favorecer el avance hacia la inserción laboral.
En el caso de los disminuidos psíquicos están especialmente preparados para el sector servicios y para todas aquellas tareas que se desarrollen al aire libre, tales como la jardinería y la limpieza urbanas. «Ordenanzas, conserjes, atención del teléfono, algunas tareas de oficina... son las que mejor desempeñan», señala Francisco Valverde. La asociación 'Placeat' cuenta con el Centro Especial de Empleo 'Plaser', que mantiene convenios con la administración que permiten que sus usuarios trabajen precisamente en zonas verdes urbanas, al tiempo que lo hacen para particulares; además cuentan con un equipo que presta su servicio como auxiliares de congresos.
Los que padecen una minusvalía física tienen más opciones a la hora de desempeñar un trabajo.
Educar al entorno
Para romper ese desequilibrio, desde 'Síndrome de Down' se apuesta por que el dos por ciento legalmente obligatorio de contratación en el caso de empresas que superen el medio centenar de de empleados discrimine entre unos y otros discapacitados, con el fin de igualar las oportunidades de unos y otros. «El Servicio Extremeño de Salud lo ha hecho ya, especificando que unas plazas de lavandera y celador que han ofertado están dirigidas a personas con retraso mental. Ahí, la administración pública va por delante», indica Quijada.
Cuando un discapacitado consigue el paso al mundo laboral la tarea no está ni mucho menos terminada. Además de apoyarle para que mejore, queda por delante la tarea de educar al entorno en el que va a empezar a moverse. «No se puede ser transigente en el caso de que no desempeñe bien su tarea, ni tampoco tener lástima porque de esa manera no se ayuda nada, no se les deja que mejoren, que aprendan», señala Mario Rodillo, de 'Síndrome de Down'. «A los compañeros hay que explicarles qué conlleva el trabajo con un discapacitado porque no saben cómo hacerlo».
Es uno de los motivos por el que las asociaciones siempre están detrás del empleado, vigilando su desarrollo en el escenario de trabajo. Una de las primeras cosas que hacen cuando lo alcanzan es buscar una persona de referencia dentro del propio entorno laboral para que sirva, a su vez, de referencia al propio discapacitado que se inicia en el mundo laboral. «Siempre hay alguien con quien se crea una empatía, alguien que de manera espontánea manifiesta una mayor implicación con esa persona», cuenta Eva Plaza, responsable pedagógica de 'Síndrome de Down'.
Saber que se dispone de alguien en quien confiar de una manera especial. Alguien que resolverá dudas en el caso de que surjan, es siempre un estímulo que concede seguridad y ayuda a crecer laboralmente. Independientemente de que se tenga o no alguna discapacidad.
Eva Gómez Tomé está acostumbrada a posar para la cámara. Lo lleva haciendo desde que en 2003 compartiese con Amador Ladera el honor de ser los primeros ujieres discapacitados de la Asamblea de Extremadura. Desde entonces esta joven cacereña no ha dejado de trabajar.
En septiembre de 2007 entró en la Biblioteca Municipal de Plasencia y antes estuvo en los Servicios Sociales del Ayuntamiento.
Llega desde Malpartida cada mañana y empieza a completar una base de datos sobre música, anotando sobre la pantalla el título de los vinilos y su procedencia. A media mañana hace un descanso y se acerca hasta el bar de enfrente para tomar algo. «No perdona ese momento», apunta Eva Plaza, responsable pedagógica de la asociación 'Síndrome de Down' en la ciudad del Jerte.
Una vez cargadas las pilas, pasa a la sala infantil de lectura y ordena los libros hasta que en torno a las dos de la tarde vuelve a casa. Le quedan por delante sus tardes con clases de pintura y teatro, los paseos por el pueblo con su familia y los fines de semana de fiesta con sus amigas y su hermana.
El lunes, de nuevo a trabajar.