viernes, 27 de febrero de 2009

La Felicidad


Conferencia de Luis Rojas Marcos, Presidente de la Corporación de Sanidad y Hospitales Públicos de Nueva York

Los medios de comunicación tampoco hablan de ella. Como saben, las buenas noticias no son noticia; lo que oímos constantemente son tragedias, calamidades, y no porque son frecuentes, sino porque nos llaman la atención. Lo que ocurre es que lo vemos tanto que parece que el mundo está rodeado de tragedia, pero la realidad es que la mayoría de las personas, la gran mayoría de las personas, son personas bondadosas, generosas, solidarias. Salimos a la calle y la mayoría volvemos a casa, y si nos perdemos, le preguntamos a alguien por la dirección y nos la da. Lo que llama la atención son las aberraciones, y por eso no hay que confundir lo que nos llama la atención con lo que es más frecuente.

De todas formas, no me puedo librar de compartir con ustedes mi definición de la felicidad, a pesar de que, a lo mejor, al definirla yo mismo, me sienta menos feliz. Creo que la felicidad -y leo de mi libro- 'es un estado de ánimo positivo y placentero, un sentimiento de bienestar moderadamente estable que suele acompañar a la idea de que nuestra vida en general es satisfactoria, tiene sentido y merece la pena'. Según nuestra personalidad y la situación en la que nos encontremos, el sentimiento de dicha puede oscilar desde un estado sosegado o sereno de contentamiento que algunos llaman 'paz interior' hasta la emoción más intensa de placer o de encantamiento.
Ahora bien, aunque los expertos calculan que, en un 40% más o menos, nuestra predisposición, nuestro optimismo, nuestra capacidad para superar los aguijonazos de la vida, vienen de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros genes, luego hay un 60% que podemos controlar en cierta manera.
Cuanto mejor conozcamos cuáles son nuestras fuerzas y cuáles nuestras limitaciones, mejor vamos a negociar la vida. Sabemos separar lo que podemos cambiar, intentar cambiarlo, y aceptar lo que no podemos cambiar, y, para no perder el tiempo en intentar cambiar lo que no podemos cambiar, el conocimiento de uno mismo es importante.

Sabemos, asímismo, que cuidar de nuestro cuerpo es importante, porque, antes o después, nuestro cuerpo va a ser una fuente de salud y de satisfacción pero también de dolor.

Formentar la conexión con otras personas también es fundamental; la capacidad de hablar, de escuchar, de explicar, aunque sea hablando con una planta, implica un nivel de satisfacción superior. En el fondo, la característica de las personas más satisfechas es la autoestima, la valoración de uno mismo de forma realista pero positiva, sentimiento que suele ir unido con la sensación de que controlamos nuestra vida hasta cierto punto. Es tratar de ver lo positivo de las cosas sin olvidar la realidad; esto, junto con la extroversión, la sociabilidad, el tratar de vivir conectados con unos grupos, bien sea parejas, familias o grupos sociales es uno de los ingredientes fundamentales de felicidad.
¿Cuales son los ladrones de la felicidad?, pues el dolor, el miedo, el odio y la depresión.