Amparo Rodríguez, su hija es discapacitada intelectual.
- Badajoz Amparo Rodríguez y dos de sus hijos en su casa.
El hecho de que ella tenga un trabajo y su marido también no le supone, ni mucho menos, un desahogo económico por los cuidados que necesita Guadalupe. "Es una niña cara", comenta mientras relata un día cualquiera en su vida y en la de su hija. Las ayudas de las administraciones públicas son pocas y "los cincuenta euros que cobra mi hija me los gasto en pañales", pone como ejemplo de las escasas ayudas que reciben estas familias. Además, ni siquiera pueden contratar a una persona que atienda a su hija porque "yo soy la que debo estar pendiente siempre de ella, yo soy quien la entiende y sabe como tratarla cuando se pone agresiva, que es su forma de expresar cualquier dolor que siente", señala, una situación que "te pone los nervios descompuestos".
Todas estas circunstancias han provocado que pida ayudas para una residencia donde pueda estar atendida, ya que "no se puede vivir con ella todo el día en casa". Además, tiene otros dos hijos, de 14 y 10 años, a los que también debe atender porque son menores. Esto se suma a los gastos económicos que soporta, como ha sucedido con el coste que ha debido acometer para adaptar su vivienda a las necesidades de su hija.