lunes, 16 de noviembre de 2009

Nueve caminos hacia una vida normal

EL PROGRAMA VIDA INDEPENDIENTE CONSTA DE TRES FASES TUTORIZADAS A PARTIR DE LOS 16 AÑOS.

Down Extremadura desarrolla en Cáceres un proyecto destinado a dotar a afectados de síndrome de Down de las habilidades necesarias para ser autónomos

25/10/2009

Charlando José María y José Miguel en una de las salas de la sede en Cáceres de Down Extremadura,

José María Marcial y José Miguel Martín interrumpen su charla sobre fútbol para hablar con EL PERIODICO EXTREMADURA. Están desarrollando una de las actividades que cada tarde les propone su monitor, Pablo Rodríguez, dentro del programa Vida Independiente, puesto en marcha por Down Extremadura de forma íntegra y pionera en Cáceres, para que los afectados por síndrome de Down puedan alcanzar las mayores cuotas posibles de autonomía personal. A ambos les tocaba practicar las habilidades sociales y la comunicación verbal y han decidido que quieren hablar de lo que les gusta, el fútbol.

José María y José Miguel se encuentran en la primera de las tres fases del proyecto, Transición a la Vida Adulta, y están aprendiendo a desenvolverse en el mundo. "¿Dónde estuvimos el lunes?", pregunta el monitor. José María piensa un rato. No se acuerda. Tras varias pistas recuerda que fueron a tomar algo. "¿Por qué no pediste nada?", le pregunta de nuevo. "Porque no llevaba cinco euros", responde él. Llevar siempre dinero y documentación son dos de las cosas en las que trabajan en esta primera etapa. "Como cualquier adulto", insiste Pablo Rodríguez, que recuerda que el objetivo del inicio del programa es que aprendan a desenvolverse en un entorno normalizado. Junto a ellos están otros seis adolescentes.

José Miguel Martín también participó en esa salida y además ha aprendido a afeitarse. "Lo hago muy bien", dice haciendo el gesto de pasarse la maquinilla. Luego vuelve al fútbol, que le gusta, sobre todo el Atlético y el Cacereño. También le gusta salir. No tanto a José María, que prefiere, "la guitarra y la música de El Barrio", así como estar con Jorge, uno de sus compañeros del curso de Garantía Social que hace en La Laboral. "Es de Alojamiento", cuenta; y en él está aprendiendo cosas como a "hacer la cama, barrer, fregar los platos y el suelo y a limpiar la cocina", relata.

Tímidos, les cuesta responder. Pero no han hecho más que empezar a trabajar en su independencia, y no hay prisa por terminar porque no hay un tiempo estimado en esta parte del proyecto. Se dará por terminada "en el momento en el que hayan adquirido las habilidades necesarias", recalca el terapeuta.

La rutina semanal se inicia con una actividad grupal los lunes. Esta semana tocaba ir a una tienda de ropa a comprar, para lo que antes debían buscar qué les hacía falta. No era necesario comprar, pero como siempre, debían llevar dinero, ver cuál era el precio, y si tendrían suficiente para adquirirlo. Además de desarrollar habilidades sociales, este tipo de actividades les permiten aprender a moverse en la ciudad y a orientarse. "En muchas ocasiones siempre realizan los mismos recorridos y solo esos, pero ahora deben aprender a estar en la calle", concreta el monitor.

"Aprendiendo a Vivir"

Aprender a convivir es lo que están haciendo Consuelo Gonzálvez, María José Colina y Piedad Sánchez, las tres guías por la segunda fase de este proyecto de Down Extremadura, en la que participan siete personas. En ella llevan a cabo todo lo aprendido en la primera fase, pero en un entorno normalizado --una vivienda--, en periodos que no superan las dos semanas y con la supervisión permanente de técnicos que les asesoran: higiene, manejo de los recursos, de la cocina, la compra...

Nos encontramos con ellas en el Centro de Menores Julián Murillo, donde está la sede del colectivo y espacios comunes como las aulas de informática. A la terapeuta ocupacional del grupo, Ana Perea, le cuesta varios intentos a la voz de "venga chicas, nos vamos..." conseguir que abandonen sus puestos ante el ordenador. Están ayudando en la mudanza del centro ocupacional, pero han aprovechado un parón para engancharse a internet. El destino es el piso que comparten en la calle Gran Bretaña, en los Fratres, donde se desarrolla esta segunda fase.

Por la mañana cada una de ellas hace su vida. Consuelo es ordenanza en un centro de educación infantil, mientras María José y Piedad, acuden a un curso del centro ocupacional. Comen allí y, como cualquier emancipado, por la tarde llevan a cabo las tareas de su casa, desde ordenar la habitación a poner la lavadora o hacer la cena.

María José Colina está a punto de concluir su paso por esta segunda etapa que sus dos compañeras acaban de iniciar. Lleva "mucho tiempo" en este piso, --"al menos tres años", acota la técnico que les supervisa-- y reconoce que le gusta estar allí y que está a gusto con sus compañeras. Del trabajo en casa, limpiar es lo que menos le gusta. "Lo hago porque la profesora me riñe", reconoce ella. "Lo que más me gusta es hacer paella", asevera. Además de las actividades de los viernes. "Sí, ocio sí me gusta", apostilla. Los viernes es el día en el que todos los chicos que participan en alguna de las fases de este proyecto se juntan para realizar alguna actividad recreativa.

En el momento de hablar con este diario, tanto ella como sus compañeras preparan la maleta para ir a casa. Piedad Sánchez se muestra tímida. Tiene 34 años y está terminando su primera semana de convivencia. Reconoce que tiene ganas de ver a sus padres, que viven en Plasencia, "aunque llevo poquito tiempo", añade. Atenta a sus palabras está su compañera de habitación Consuelo Gonzálvez, para la que también esa fue su primera semana. Es resuelta y también lleva muy poco tiempo en el piso, pero está contenta. "Me gusta estar independiente", afirma.

Junto con esta segunda fase, la tercera es la única que por el momento se desarrolla sólo en Cáceres, concretamente en un piso del edificio Europa, en el que conviven cuatro compañeros, dos chicos y dos chicas. El día de la visita de el Periódico toca hacer la limpieza.

Jacinto García, Amaro Rivas, Mariló Delgado y Elena Martínez, son ´propietarios´ de esta vivienda. "Son ellos quienes organizan la actividad del día a día", señala la terapeuta que les acompaña. Además planifican el menú de la semana y la lista de la compra que deben hacer para ello.