jueves, 16 de junio de 2011

Cuando llegué a casa, papá y mamá no sabián qué hacer conmigo. Ahora no sabrían qué hacer sin mí

Escrito el 14 de junio de 2011
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El niño que aparece arriba se llama Íker, y me alegró el domingo. Tuve la suerte de toparme con él y con su familia en Majadahonda, por pura casualidad. Su padre nos enseñó orgulloso esta foto en su móvil y comprendimos que ese Íker que nos había enamorado en media hora, que ese niño tan especial que no paraba de besarnos con pasión, era en realidad una estrella.
Movido por la curiosidad y porque el padre de Íker nos había contado que cada familia había elegido la frase que acompaña la foto de su hijo, ayer estuve viendo las 130 obras de arte que componen esta fabulosa exposición. Y en cada imagen, una lección que estos niños con síndrome de Down nos dan a nosotros, los prejuiciosos. Con cada paso entre los pedestales, vas comprendiendo que el único subnormal que hay eres tú mismo, y que ellos lo que son es seres extraordinarios o, como le gusta al padre de Íker, “niños especiales”, o mágicos, como dice la familia de Ana, en una foto abajo. La exposición entera se resume con la frase de Pablo (abajo, su foto):
“Cuando llegué a casa, papá y mamá no sabían qué hacer conmigo. Ahora no sabrían qué hacer sin mí”.
Esta exposición, organizada por la Fundación Síndrome de Down de Madrid, es un canto a la vida y, sobre todo, una genial forma de comunicar que los niños con esa enfermedad son todo lo contrario de lo que mucha gente piensa: en vez de esa pena o esa desgracia que estúpidamente creemos a veces, cada uno de estos niños es un tesoro, una alegría y una sorpresa intensísima de felicidad para sus padres. ¿Se desenvolverán con más dificultad mañana? Sí, ¿y?
No te los pierdas, que vas a recorrer cada imagen disfrutándola y sintiéndote cada vez más imbécil y más lleno de aprendizaje. Son todas las fotos de una belleza impresionante, y se disfrutan aún más en esos tamaños gigantes a los que están expuestas. A cada paso, un pensamiento; a cada niño, un prejuicio menos que te llevas a casa. Están en la Puerta de Alcalá de Madrid hasta el 30 de junio. Con pensamientos como el de María:
“Tengo un cromosoma más. Y tú, ¿qué tienes diferente?”
Hazme caso y ve, que vas a sentirte muy feliz con el recorrido. Esta entrada se la dedico a Íker y, muy especialmente, a Marisol, una GRAN bailarina, y a toda la familia Cordero, con mi admiración y todo mi cariño.


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