Independientemente de que usted sea un defensor de la disciplina más estricta o de que se tome este tema con más tranquilidad, las siguientes recomendaciones le pueden ayudar a diseñar una estrategia de disciplina que a largo plazo será beneficiosa tanto para usted como para su hijo.
Fomente y recompense siempre la buena conducta, aparte de castigar la mala conducta.Cuando pueda elegir, decídase siempre por la opción más positiva. Por ejemplo, supongamos que su hijo de dos años va directo hacia la estufa; debería intentar distraerlo en lugar de esperar a que se meta en problemas. Y cuando compruebe que él solo ha elegido hacer algo aceptable en vez de algo que no está permitido, felicítelo por haber tomado la decisión correcta. Demostrándole que se siente orgulloso de él, le hará sentirse a gusto consigo mismo y fomentará que se porte bien en el futuro.
Establezca normas que ayuden a su hijo a controlar sus impulsos y a comportarse correctamente en sociedad sin coartar su deseo de independencia. Si impone unas normas demasiado restrictivas, su hijo podría tener miedo de explorar por su cuenta o de probar nuevas habilidades.
Tenga siempre en cuenta el nivel evolutivo de su hijo a la hora de fijarle límites y no espere cosas que están por encima de sus posibilidades. Por ejemplo, un niño de dos o tres años no puede controlar el impulso de tocar las cosas que le parecen atractivas. Por lo tanto, no es realista esperar que no toque los artículos expuestos en un colmado o en una tienda de juguetes.
Aplique castigos adaptados al nivel evolutivo de su hijo. Por ejemplo, si decide enviar a su hijo de dos años a su habitación por haberse portado mal, no lo deje allí más de cinco minutos; si lo deja más tiempo se olvidará de por qué está allí. Si prefiere argumentarle las cosas en lugar de castigarlo, háblele utilizando palabras sencillas y concretas. No utilice nunca argumentos hipotéticos del tipo "¿Cómo te sentirías, si yo te hiciera lo mismo? Ningún preescolar puede entender este tipo de razonamientos.
No modifique las normas o los castigos aleatoriamente. Así sólo conseguirá confundir a su hijo. Conforme vaya creciendo, lógicamente, sus expectativas sobre el comportamiento de su hijo. irán cambiando. Pero, cuando usted modifique alguna norma, hágaselo saber y explíquele por qué. Por ejemplo, cuando su hijo tenía dos años, usted podía tolerar que le estirara de la ropa cuando quería que le hiciera caso, pero, cuando cumpla cuatro, es posible que prefiera que se dirija a usted de una forma más madura. Cuando decida cambiar una norma, explíqueselo a su hijo antes de empezar a aplicarla.
Asegúrese de que todos los adultos que viven en su casa y las demás personas que vayan a cuidar de su hijo entiendan las normas y los castigos que se deben utilizar para disciplinarlo. Si un padre dice que algo está bien y el otro lo prohíbe, el niño está condenado a vivir. confundido. Al final, descubrirá que puede salirse con la suya poniendo a un padre contra el otro, lo que les complicará la vida a todos, tanto ahora como en el futuro. La mejor forma de evitar este tipo de "batallas" es presentar un único frente.
Recuerde que usted es un modelo de rol fundamental para su hijo. Cuanto más coherente y sensato sea su comportamiento, más probabilidades habrá de que el comportamiento de su hijo refleje esas cualidades. Si, contrariamente, usted le da un cachete o una bofetada cada vez que se salta una norma, le trasmitirá con su ejemplo que es correcto resolver los problemas utilizando la violencia.
Fomente y recompense siempre la buena conducta, aparte de castigar la mala conducta.Cuando pueda elegir, decídase siempre por la opción más positiva. Por ejemplo, supongamos que su hijo de dos años va directo hacia la estufa; debería intentar distraerlo en lugar de esperar a que se meta en problemas. Y cuando compruebe que él solo ha elegido hacer algo aceptable en vez de algo que no está permitido, felicítelo por haber tomado la decisión correcta. Demostrándole que se siente orgulloso de él, le hará sentirse a gusto consigo mismo y fomentará que se porte bien en el futuro.
Establezca normas que ayuden a su hijo a controlar sus impulsos y a comportarse correctamente en sociedad sin coartar su deseo de independencia. Si impone unas normas demasiado restrictivas, su hijo podría tener miedo de explorar por su cuenta o de probar nuevas habilidades.
Tenga siempre en cuenta el nivel evolutivo de su hijo a la hora de fijarle límites y no espere cosas que están por encima de sus posibilidades. Por ejemplo, un niño de dos o tres años no puede controlar el impulso de tocar las cosas que le parecen atractivas. Por lo tanto, no es realista esperar que no toque los artículos expuestos en un colmado o en una tienda de juguetes.
Aplique castigos adaptados al nivel evolutivo de su hijo. Por ejemplo, si decide enviar a su hijo de dos años a su habitación por haberse portado mal, no lo deje allí más de cinco minutos; si lo deja más tiempo se olvidará de por qué está allí. Si prefiere argumentarle las cosas en lugar de castigarlo, háblele utilizando palabras sencillas y concretas. No utilice nunca argumentos hipotéticos del tipo "¿Cómo te sentirías, si yo te hiciera lo mismo? Ningún preescolar puede entender este tipo de razonamientos.
No modifique las normas o los castigos aleatoriamente. Así sólo conseguirá confundir a su hijo. Conforme vaya creciendo, lógicamente, sus expectativas sobre el comportamiento de su hijo. irán cambiando. Pero, cuando usted modifique alguna norma, hágaselo saber y explíquele por qué. Por ejemplo, cuando su hijo tenía dos años, usted podía tolerar que le estirara de la ropa cuando quería que le hiciera caso, pero, cuando cumpla cuatro, es posible que prefiera que se dirija a usted de una forma más madura. Cuando decida cambiar una norma, explíqueselo a su hijo antes de empezar a aplicarla.
Asegúrese de que todos los adultos que viven en su casa y las demás personas que vayan a cuidar de su hijo entiendan las normas y los castigos que se deben utilizar para disciplinarlo. Si un padre dice que algo está bien y el otro lo prohíbe, el niño está condenado a vivir. confundido. Al final, descubrirá que puede salirse con la suya poniendo a un padre contra el otro, lo que les complicará la vida a todos, tanto ahora como en el futuro. La mejor forma de evitar este tipo de "batallas" es presentar un único frente.
Recuerde que usted es un modelo de rol fundamental para su hijo. Cuanto más coherente y sensato sea su comportamiento, más probabilidades habrá de que el comportamiento de su hijo refleje esas cualidades. Si, contrariamente, usted le da un cachete o una bofetada cada vez que se salta una norma, le trasmitirá con su ejemplo que es correcto resolver los problemas utilizando la violencia.