Título: Iglesia y Síndrome de Down - "Ni sienten ni padecen". Enviado por Manuel P. Martínez (publicado en sección -Opinión- el 2 junio 2008)
En la iglesia católica son constantes las contradicciones más escandalosas. Pongamos, por ejemplo, su preconizada defensa de la pobreza y la opulencia y derroche con que viven sus altas jerarquías. También es de todos conocida la férrea oposición de su cúpula hacia cualquier normalización de los derechos de gays y lesbianas, mientras que entre sus miembros hay muchos casos de prácticas homosexuales. Y no hablemos de la sistemática ocultación a los niños de los temas del sexo, cuando abundan los casos de pederastia protagonizadas por sacerdotes y obispos. Pero lo que me ha hecho sentir el más profundo rechazo es el incidente ocurrido en la catedral de Almería, en el que un sacerdote impedía la entrada a niños con Síndrome de Down porque "ni sienten ni entienden ni padecen". Y, mientras, incluyen en su campaña para pedir la X de la declaración de la renta en la casilla de la Iglesia a una persona con Síndrome de Down. ¿Se puede ser tan hipócrita?
Efectivamente querido amigo, así le va a la querida iglesia, cada vez peor. Mucho me temo que o cambian y se producen severas reformas en la misma, ¡lo cual dudo mucho!, o el distanciamiento entre los ciudadanos y la iglesia cada vez va a ser mayor, hasta llegar a ser practicamente insalvable. Casos como éste, le ponen a uno no los pelos de punta, sino como escarpias, pues a éste ......., vamos a dejarlo en "pobre y desgraciado párroco", ya que su condición humana no le ha dotado del suficiente cariño y sensibilidad hacia los más desfavorecidos e indefensos, su condición y formación como sacerdote y mensajero de la palabra de Dios (eso de hacer el bien, ser bueno, generoso con el prójimo - curita -, no con uno mismo, etc.,) deberían haberle dotado de los conocimientos necesarios para prácticar su fé tal y como el Señor lo desea, ¡digo yo!, por ejemplo con amor, justicia, paz e igualdad hacia todos sus hijos, por que me pregunto yo ¿somos todos hijos del señor, verdad? Con las obras que realizamos día a día, con nuestras acciones, comportamiento, enseñanzas, actitudes, etc, esa es la mejor forma de hacer feliz al Señor o simplemente de "hacer el bien", y de ser realmente buenas personas. - Aplícate el cuento curita -
J. Nicolas Caballero Mendoza -